En un día cualquiera la encontré vestida color mandarina.
Bellísima, su belleza el menos de sus encantos.
Allí tendida con los ojos cerrados, tras esas oscuras pestañas.
Jugando con mis dedos por su cara.
Delimitando con caricias donde empezaban y confluían sus rasgos.
12 días, 2 minutos y 16 segundos para recuperar de entre mis recuerdos sus trazos.
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