Tan abstraído en si mismo como para determinar la causa que le había hecho separarse de todo sentimiento. Relegado de lo banal a lo oscuro y sin brillo.
Junto a nada y al lado de todo a la vez. Lugar para las contradicciones.
Escape lamentable de lo cotidiano, de lo absurdo.
Conforme pasaron los minutos fue volviendo en si. Minutos que habían parecido horas, y esas horas alargadas casi hasta parecer años. Años que no volvieron, dejando el mas áspero sabor, comparado casi al de la ultima vez que lo besaron.
Recobrado ya el sentido, y mirando un poco atrás se fijo en que todo carecía de sentido mirandolo bien, o al menos eso creía.
Demasiado había pasado ya como para creer que la felicidad haría algo por el. De ingenuidad siempre había carecido por desgracia. Su suerte marchita, casi escondida como mancha que no se aprecie.
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1 comentario:
Cuando uno se encierra demasiado en sí mismo y olvida lo banal que lo rodea, empieza a sentirse cada vez más sólo y más desgraciado. Sólo sacando partido a lo banal y a lo cotidiano se nos hace más fácil la vida diaria.Soy de las que piensan que hay que disfrutar de las pequeñas cosas.Un besote.
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